Como unos tejanos desgastados guardados al
fondo del armario,
como un tarro de sal esperando a ser
rellenado.
Como una planta espera la primavera,
igual que una mano desea un lápiz,
igual que un lápiz desea un papel.
Así,
mi piel desea tu piel,
mis manos desean tus manos,
mis labios desean tus labios.
Soy un pez que se ahoga fuera de la
pecera,
sin agua,
sin buzo.
Su buzo.
Amor, le llaman,
“aquella sensación que eriza toda mi piel”
suelo llamarlo yo.
Mis ojos ya no te ven, ya no ven.
Mis poros gritan la palabra ausencia, cada
vez más fuerte a medida que pasan los segundos.
Mis poros gritan la palabra necesidad, cada
vez más sentida a medida que pasan los días.
Y mi cabeza grita tu nombre
con el poco oxigeno que le queda…
Con un hilo de voz.